jueves, 2 de febrero de 2012

Sujetando la puerta

Lo siento. Es algo que no me gusta nada. No soporto que algunas personas mantengan una puerta abierta esperando a que tu llegues para cruzarla. Será todo lo buen educado y todo lo bien intencionado que queráis, pero a mi no me mola.
Puedo comprender que se mantenga la puerta abierta a alguien con problemas de movilidad o que vaya cargado con algo. Pero lo que creo, pienso, e imagino que vosotros pensáis, es que hay una falsa educación en este asunto.
No me digáis que no os molesta tanto ser el que sujeta la puerta, como el que echa una pequeña carrerita con una sonrisa en la cara y expresión de eterno agradecimiento. Por que cuando el que te abre y sujeta la puerta está a una distancia un poco mayor de lo razonable te sientes obligado a hacer ese pequeño sprinte, para que la educada persona no espere más de lo necesario.
Y ahí viene el problema. Creo que a todos nos toca los cojones esa carrera con cara de gilipollas agradecido. A nosotros lo que realmente nos gustaría es que el tipo abriera la puerta y pasase sin mirar atrás y sin tener que obligarnos a una interacción que no queremos. Y a todos nos jode tener que aguantar la puerta a alguien que casi estamos seguros le hará ni puta gracia el corretear alegremente.
¿Por que lo hacemos?. ¿Por quedar bien?. Si es que no lo hacemos!!!. A mi cuando la persona que va delante pasa de sujetarme la puerta lo agradezco en el alma. Es más, hay veces que ralentizo mis pasos y miro hacia el suelo para salvar al posible abre-puertas de un acto que ambos seguro que detestamos. Y en el caso contrario, he decidido no sujetar puertas a menos que sea algo necesario.
Uno de los mejores días del año fue cuando en el edificio de mi empresa pusieron una puerta giratoria.  Yo pondría este tipo de puerta en todos los lugares que fuera posible. Porque, además, tocar determinadas puertas da verdadera aprensión. Vaya, esto igual es lo único para lo que puede servir que te sujeten la puerta, el no tener que tocar la que ya abrió el quinceañero sin pañuelo de nariz moqueante.