jueves, 17 de marzo de 2011

Cosas que pensaba que solo se me ocurrían a mi.

Aunque creo que todas las personas piensan en la misma tonterías, siempre albergué la idea de que ciertos pensamientos que se nos ocurren en esos tiempos muertos que dejamos que el cerebro se libere, eran propios de cada uno y hasta cierto punto originales. 
Una de las primeras sospechas que tuve fue cuando mi teoría de la infancia, de que las personas podían estar viendo colores diferentes pero llamándolos igual, ya sabéis, uno ve verde pero lo llama azul, otro ese mismo color lo ve amarillo pero también lo llama azul, me fue expuesta por más gente que había llegado a la misma conclusión. Ahí empecé a atisbar, lo que a la postre sería, la total conciencia de mi falta de originalidad.
La teoría de que yo podía ser ocurrente se me vino abajo totalmente el día que leí en el periódico un artículo sobre una persona que había llegado a la misma conclusión que yo en uno de, yo pensaba, mis más peregrinos pensamientos. No solo eso, sino que hizo una investigación y publicó los resultados de sus estudios. Hablo de ese "original" pensamiento que consiste en creer que el zumo de tomate sabe mejor en los aviones.

Si señores. Yo no lograba entender como cuando pedía un zumo de tomate en el avión estaba mucho más rico de sabor que cuando lo pedía en un bar. Era desconcertante, en el avión te ponen el zumo en un jodido vaso de plástico, te dan un par de sobrecitos con la sal y la pimienta, (que por cierto suelen venir unidos y no es sencillo abrirlos y echar el contenido del segundo sin que los restos del primero se te caigan, vale... si... cortando antes los sobre, pero eso nadie lo hace), y el zumo está estupendo. Luego bajas del avión repites la jugada en un bar, con un súper vaso, zumo del granini, la sal chachi, la pimienta, etc, etc, y sabe peor. Primero lo achacaba a tener un gusto tomatero vulgar parecido al de la mayonesa, que tiene que ser de bote, pero después de repetir el experimento en diversas líneas aéreas y más bares, concluí que la diferencia era el avión. 

Así que cuando leí la noticia en la prensa me quedé absolutamente anonadado. Empecé a decirle a la gente que yo también me había dado cuenta de que el zumo de tomate está más rico en los aviones aun temiendo que la gente pensara que solo lo decía para parecer guay. Pero tal revelación suprimió mi característica falta de confianza, porque además, me di cuenta de que había hecho un descubrimiento aun más asombroso, si cabe, que lo del zumo, había descubierto que esos pensamientos tan personales, que asumimos que nadie más tiene, son compartidos por mucha gente. 

Así que a partir de ahora voy a empezar a poner aquí todos esos pensamientos que creía únicos en el universo para que veías que no solo a vosotros se os ocurre determinada chuminada. Así que, por favor, no dejéis de contarme pensamientos estilo zumo de tomate, seguro que muchos coinciden con los míos o con los del resto de lectores. (Aquí me dio un poco el descojone con lo del "el resto de lectores")

Saludos. 

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